lunes, 25 de octubre de 2010

El horror de Buried

Ayer fui con mi hijo ASL a ver Buried (no sé por qué se empeñan en mantener el título original de la película cuando su traducción al castellano, Enterrado, es inmediato). Conozco a varias personas que no quisieron verla alegando que sentirían claustrofobia al ver a un tipo metido en un ataúd durante noventa minutos. Y, hombre, algo claustrofóbica sí que resulta porque toda la película ocurre dentro del ataúd, sin la menor incursión en el exterior del mismo.

Sin embargo, pese a lo que pueda pensarse, el horror de Buried no está ahí, al menos en mi opinión. El único actor está en una situación tan angustiosa porque era uno de los conductores de los camiones que formaban un convoy en Irak. Habiendo sido atacados, el tipo tiene pinta de ser el único superviviente y sus captores lo han metido en el ataúd para pedir un rescate por él a la embajada de Estados Unidos. El hombre dispone de un teléfono móvil y un mechero zippo, cuya llama utiliza el director de la película para mostrarnos su rostro.

A lo largo de la película, se suceden las conversaciones por el móvil. Y es en tales conversaciones donde radica el horror. El hombre habla con telefonistas despistados, el FBI, su familia, una unidad de rescate de rehenes en Irak, un alto cargo de su empresa y sus captores mientras su tiempo de vida se va agotando por falta de aire. Cada conversación es más horrible que la anterior. Toda la estupidez y la crueldad de la guerra van haciéndose patentes con una nitidez estremecedora. En medio del humor negro, las equivocaciones tontas y los gestos bienintencionados de ayuda van saliendo a relucir el odio, la incompresión, la avaricia, el egoísmo, el sadismo y un sinfín de otras virtudes por el estilo que la guerra exacerba hasta hacérnolas más intolerables que el simple hecho de que el pobre hombre esté encerrado en un ataúd.

Más que la famosa asignatura de Educación para la ciudadanía me pregunto si no sería recomendable que los alumnos vieran películas como Apocalypse now, En tierra hostil o Buried. Tal vez así nuestos instintos congénitos de hacer el bestia se mitigaran un poco.

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