sábado, 21 de diciembre de 2013

Catalanes independientes... y chiflados

Anda Cataluña a vueltas con eso de que quiere ser independiente. No voy a entrar ahora a discutir la justificación de tal deseo. A cambio, quiero referirme a ese sector de catalanes (políticos, sobre todo), que supongo minoritario, que, además de buscar la ruptura con España, están más chiflados que un personaje de una novela de Tom Sharpe (¿recuerdan?; el creador de Wilt, el temible Blott, el irrepetible policía sudafricano racista y tantos otros orates por el estilo).

Según he podido leer en La Voz de Galicia de hoy, el Consejo Nacional para la Transición a la Independencia (o algo por el estilo; los catalanes tienen la misma afición que el resto de los españoles a los nombres oficiales inexplicablemente largos y compuestos por términos de lo más abstruso) ha elaborado una visión de cómo serán las relaciones entre España y la futura Cataluña independiente. Y, francamente, he quedado perplejo.

Según el lo que sea, tales relaciones serán más estrechas y armoniosas que en la actualidad. Vamos, que tú en tu casa y yo en la mía nos llevaremos mucho mejor que ahora, que vivimos los dos juntos. Encuentro discutible el pronóstico, pero voy a aceptarlo de momento. Entonces, si eso es así, ¿por qué no nos esforzamos en mejorar nuestra convivencia actual en lugar de forzar la separación? Al menos ahorraríamos gastos. Parece que el lo que sea no ha considerado tal posibilidad. O que, si la ha considerado, la ha dejado de lado. Y yo ya no entiendo nada.

¿No sabíamos de siempre que los catalanes eran muy cuidadosas con "la pela"? ¿Que no gastaban dos si podían arreglarse con una? ¿Qué les ha pasado ahora para renunciar a tan sólido principio, tanto más importante cuanto más se piensa en que esa pela sale, a fin de cuentas, de los bolsillos de los contribuyentes? Fue ahí dónde empecé a preguntarme si a algunos catalanes eso de la independencia no les ha trastocado las neuronas.

Y tuve que responderme que sí cuando llegué al final de la noticia, donde se aseguraba tajantemente que el Barcelona y el Espanyol seguirían jugando al fútbol en la liga española aunque estuvieran en una Cataluña independiente. Bueno, pase. Pero, en ese caso, ¿dónde pagarían sus impuestos?

Hay mucha gente preocupada por el debate acerca de una Cataluña independiente. Yo no comparto esa preocupación. Por el contrario, cada día que pasa me divierto más (y eso que no les he hablado de las preguntas que se proponen para el hipotético y fantasmal referendum de autodeterminación, o de la imagen de Oriol Junqueras, el líder de Esquerra, como guardaespaldas perpetuo de Artur Mas, el infortunado presidente de la Generalitat). Y es que algunos catalanes chiflados son realmente simpáticos.

Los juegos españoles

El sábado 7 de septiembre de 2013 el Comité Olímpico Internacional (COI) concedió a Tokio la autorización para organizar los Juegos Olímpicos de verano y los Juegos Paralímpicos del año 2020. En la búsqueda de tal autorización la capital japonesa competía con Estambul y Madrid. Era la tercera vez consecutiva que la segunda presentaba su candidatura a la organización de los eventos citados. Ante esta circunstancia se produjeron diversas reacciones, de las cuales cabe mencionar explícitamente dos. Un gran número de españoles, que habían asumido como propia la candidatura madrileña, exteriorizó su decepción, máxime cuando se producía tras otros dos fracasos previos.

Más interesante para lo que nos importa aquí fue la segunda reacción. En muchos medios de comunicación, sobre todo en los más relevantes, hubo bastantes artículos de opinión en los que se aseguraba que el resultado era perfectamente previsible y muy merecido. Los analistas hablaron de indecencia, por proponer realizar un enorme despilfarro económico con un país en crisis; de propuesta lamentable en cuanto a infraestructuras disponibles o por construir; del pésimo nivel de inglés de las personas que defendieron la candidatura de Madrid; de actuación partidista que únicamente servía al propósito del Partido Popular por ocultar su pésima gestión en el gobierno; de incapacidad para comprender lo bien que lo habían hecho Tokio y Estambul; de la falta de severidad para castigar los casos de dopaje deportivo que se producen en España; de la nefasta imagen que el país transmite hacia el exterior con los interminables casos de corrupción; etcétera.

No es relevante ahora discutir acerca de lo fundado o no de los análisis a los que acabo de aludir. Aun admitiendo que todos ellos se ajustan a la realidad (lo cual haría todavía más grave el razonamiento que sigue), lo que me llama la atención es que ninguno de ellos (por lo menos, yo no recuerdo haber visto alguno de ese tipo con anterioridad) fue publicado antes de la decisión del COI. En otras palabras, se ha esperado a que este organismo tomara una decisión negativa para Madrid para dejar salir toda la mala uva que uno es capaz de almacenar. ¿Por qué nadie intentó anticiparse en su análisis a la resolución final sobre la sede olímpica?

Pues, sencillamente, porque a los ciudadanos de este país nos encantan estos juegos españoles. Antes de un suceso, echamos las campanas al vuelo o, todo lo más, permanecemos bien calladitos. Luego, si el suceso no resulta particularmente benéfico, cargamos contra todo lo que se mueve y encontramos defectos hasta en el aire que respiraban las personas más relacionadas con el evento.

El placer que experimentamos con los juegos españoles aparece un día sí y otro también. El 24 de julio de 2013 un tren descarrilaba por exceso de velocidad en las inmediaciones de la estación de Santiago de Compostela, dejando unos ochenta muertos. El maquinista admitió su responsabilidad de forma inmediata, pero eso no fue suficiente para nuestros analistas habituales; inmediatamente se lanzaron a indagar (y a criticar la ausencia de algunos de ellos) sobre los mecanismos de seguridad habilitados para dicho tren. Así, se encontraron responsables del accidente en RENFE, Adif, el Partido Popular, el Partido Socialista Obrero Español, el gobierno actual y el gobierno inmediatamente anterior. Sólo faltó que alguien atribuyera su cuota de responsabilidad al Papa Francisco. De nuevo, es posible que todos esos análisis sean correctos y que la identificación de responsables (léase "culpables") se ajuste a la realidad. Pero no hubo nada de eso, nada en absoluto, antes del accidente; a nadie pareció interesarle o preocuparle si el trayecto era suficientemente seguro o no. Eso no va con nosotros. Los juegos españoles consisten, precisamente, en no hacer nada hasta que ocurre algo y luego buscar debajo de las piedras los culpables suficientes para que nuestra sed de sangre quede saciada.

¿Que hay imprevisiones y mala planificación? Es cierto; en España y en muchos otros países. Pero lo de reaccionar con juegos españoles lo hemos elevado a la categoría de arte depurado. En eso somos campeones imbatibles.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Retorno a la prehistoria

Los diputados del Parlamento de Galicia disponen, cada uno, de una plaza de aparcamiento (y sólo una) en un edificio próximo a la sede de aquél. Al parecer, algunos diputados tenían la fea costumbre de utilizar dos o más coches; uno permanecía en la plaza asignada y el otro o los otros se dejaban en cualquier sitio libre que se encontrara en el parking. El Parlamento llamó la atención a tales diputados, y éstos, mal que bien, fueron retirando los coches sobrantes. Todos excepto Beatriz Sesatayo, diputada ferrolana del PSOE.

Hasta en cuatro ocasiones el Parlamento reclamó por escrito a Sestayo que no ocupase más de una plaza. En las cuatro la diputada hizo caso omiso, dejando en su sitio un coche cuya titularidad se atribuye a su hija. Al fin, el Parlamento dio órdenes de que se impidiera a Sestayo el acceso en vehículo al parking mientras el auto de su hija siguiera allí. Un vigilante ejecutó la consigna a rajatabla y ello desató las iras de Sestayo, que acabó por abandonar (eso sí, con las llaves puestas) el coche con el que pretendía acceder al lugar de modo que bloquease la entrada al mismo.

Hasta aquí, nada de particular, salvo por lo que tiene de tufillo de retorno al pasado ("¡usted no sabe con quién está hablando!"). Ya hace tiempo que estoy convencido de que seguimos en pleno franquismo y, por tanto, esas actitudes no me cogen por sorpresa. Lo grande fue la diatriba que Sestayo se marcó cuando los periodistas la interrogaron sobre el suceso; "¡Éste es uno más de los continuos ataques de la derecha fascista hacia los representantes de la libertad!", vino a decir. Y eso sí que es un gigantesco retroceso a épocas antediluvianas.

Si todo el argumentario de la flamante izquierda española se reduce a que la derechona es la responsable y la culpable de todo, entonces apaga y vámonos... a las barricadas, a tomar la Bastilla, a quemar iglesias; a hacer cualquier cosa menos dialogar con sensatez. Así se trabaja por los intereses del pueblo.

martes, 3 de septiembre de 2013

¿En qué quedamos?

La cruel guerra civil que tiene lugar en Siria está llegando a unos extremos realmente malignos. Lo último ha sido, al parecer (todavía hay alguna duda al respecto), la utilización de armas químicas contra la población civil por parte del gobierno (¿o de los rebeldes que luchan contra él?; el asunto no está completamente claro).

Ante esto, numerosos medios y políticos occidentales han clamado por una intervención externa que detenga la danza de la muerte en Siria. Esa intervención sólo puede estar liderada por Estados Unidos, ya que únicamente este país tiene los recursos y los medios necesarios para imponerse en Siria sin correr un grave riesgo. Es decir, cuando se pide la intervención extranjera, se está solicitando, aunque sea con la boca pequeña, la involucración directa de Estados Unidos en el conflicto.

A la vista de la situación, los mismos numeros medios y políticos occidentales a los que antes aludía claman para que Estados Unidos no intervenga en Siria. Aducen que eso sólo serviría para aumentar el sufrimiento de la población. Es un argumento de peso, desde luego. Pero yo, si fuera Estados Unidos, estaría preguntándome si voy a la guerra o no, sólo para darme cuenta de que no hay respuesta posible a este interrogante. Si me involucro, me llamarán imperialista y me acusarán de preocuparme únicamente por mis intereses; si sigo cruzado de brazos, dirán que soy un insensible y que no intervengo porque en Siria no hay petróleo que me interese.

Así que, ¿en qué quedamos? ¿Por qué no nos aclaramos antes nosotros, los occidentales, y luego pedimos ayuda, si concluimos que es necesaria, a Estados Unidos?

Un patinazo en Riazor

En distintas ocasiones he hablado del maravilloso comportamiento del público que asiste al estadio de Riazor. Este comportamiento está relacionado prioritariamente con la actitud de los espectadores hacia el Real Club Deportivo de La Coruña. Pero podría hacer comentarios muy similares a propósito del trato que el público dispensa a los jugadores y al equipo rival (salvo en lo que se refiere al Celta de Vigo, por aquello de la tremenda rivalidad que ambos conjuntos, y sus respectivas ciudades, se profesan).

Sin embargo, ese comportamiento no fue tan maravilloso con motivo del reciente Trofeo Teresa Herrera, en el que el rival del conjunto herculino fue el Real Madrid, en cuyas filas milita Cristiano Ronaldo. Un sector mayoritario de espectadores dedicó feroces insultos y gritos al jugador portugués durante el tiempo que éste permaneció en el terreno de juego, sin que Cristiano, apático y poco participativo, hubiera hecho nada para llamar la atención (ni para bien, ni para mal).

Cristiano Ronaldo no me cae bien y, contra la opinión mayoritaria, pienso que no es tan buen futbolista como se suele pensar. Pero eso no justifica (ni en su caso, ni en el de ningún otro jugador) el trato que recibió en Riazor. La actitud de ensañamiento de parte del público hacia él no es digna de unos espectadores que tantas veces se han distinguido por su actitud ejemplar. Deseo fervientemente que no se repita.

jueves, 18 de julio de 2013

Palabras y sucesos célebres, 6: Vigo, ombligo del mundo

La Comisión Europea, a instancias del comisario de la Competencia, el español Joaquín Almunia, ha ordenado al gobierno español que reclame la devolución de ciertas ayudas financieras que en su día fueron concedidas a algunas de las entidades involucradas en el sector naval. Esta decisión, que ya se anticipaba desde años anteriores, ha sido fuertemente contestada, incluso antes de que fuera firme, por políticos y trabajadores de distintas empresas del sector establecidas en diversos puntos de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco. Es decir, se trata de un problema que afecta a muchas personas de muchos sitios.

El indescriptible alcalde de Vigo, Abel Caballero, y el líder del PP en el ayuntamiento de la ciudad, un individuo gris, irrelevante y poco menos que invisible que, al parecer, atiende al nombre de Chema Figueroa, han calificado la actuación de la Comisión en general y de Almunia en particular de ataque directo a Vigo, dando a entender, al menos implícitamente, que la repercusión de la decisión europea en otros lugares es poco menos que insignificante.

Ante esto, y como en muchas otras ocasiones previas, sigo preguntándome si será posible que alguna vez llegue a existir un vigués que no esté convencido de que el mundo se acaba en el Alto de Puxeiros.

jueves, 4 de julio de 2013

La vida hace lo que quiere

El lunes 1 de julio de 2013 los cinco miembros de mi familia inmediata coincidimos por primera vez en la circunstancia de realizar un trabajo remunerado. Yo soy profesor universitario, mi esposa trabaja en una entidad bancaria, mis dos hijos mayores están haciendo sus tesis doctorales y perciben una remuneración mensual con cargo a proyectos de investigación, y, finalmente, mi hijo pequeño comenzaba las prácticas que debe completar para obtener su título universitario de grado, prácticas que comportan un pequeño sueldo mensual.

Cuando me percaté de esa circunstancia no pude evitar pensar que hay cientos de miles de familias españolas en las que todos sus miembros están desempleados. No entré en más disquisiciones sobre lo justo o lo injusto de la situación, o si sobre el hecho confirma o no la teoría de que con esfuerzo todo se consigue, o si tenemos una suerte especial. Sencillamente dejé constancia para mí mismo del hecho y lo catalogué de inexplicable mediante las habituales leyes sociológicas.

La verdad, lo único que se me ocurre para explicar esta situación tan dispar es aceptar que la vida hace lo que quiere.

sábado, 15 de junio de 2013

Tontos en la EIT-Vigo

En su artículo de El Semanal del 16 de junio de 2013, Arturo Pérez-Reverte sostiene que es más peligroso un tonto que un malvado, e indica algunas de las razones que le inducen a pensar así. No se trata de nada novedoso. El propio Pérez-Reverte y otros autores han sostenido, en reiteradas ocasiones, la validez de esta hipótesis. Hipótesis que yo comparto desde hace mucho tiempo. Lo que me lleva a volver sobre este manido tema es el ejemplo concreto, tomado de la vida real, que Pérez-Reverte incluye en su artículo a guisa de ilustración de la referida teoría.

Habla Pérez-Reverte de una orca confinada en un acuario de Argentina. Recogida varada en una playa cuando era poco más que una cría, lleva más de veinte años en el lugar en el que fue alojada y en el que, según el autor, es tratada a cuerpo de rey. Al parecer, algunos grupos ecologistas acaban de enterarse de la situación del animal y reclaman a voz en grito su inmediata devolución al medio marino en el que nació. Por su parte, distintos científicos se oponen vehementemente a esta acción, alegando que, en definitiva, ello supondría la muerte inmediata de la orca, bien porque no aprendió a desenvolverse en el océano, bien por ser asesinada por los congéneres a los que pretendiera unirse, que inmediatamente la catalogarían de intrusa no deseada. Para Pérez-Reverte, los ecologistas son los tontos a los que me refería más arriba y la nefasta consecuencia de sus actos sería (no me quedó claro si la liberación se llevó efectivamente a cabo o no) justamente lo contrario de lo que se pretendía: el fallecimiento, probablemente cruel, de la orca a la que se pretendía salvar.

Por una perversa asociación de ideas, el ejemplo de Pérez-Reverte me llevó a pensar en lo que ocurre en la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación de la Universidad de Vigo (EIT-Vigo). En este centro, como en cualquier otro de carácter universitario, se persigue que los alumnos se gradúen con la mayor capacitación posible. Sin embargo, en los últimos años, este objetivo parece haberse sacrificado al de hacer la vida de los alumnos lo más placentera posible. Hay tutores (tanto profesores, como alumnos de cursos superiores), conferencias de apoyo, coordinadores de asignaturas, de cursos y de titulación, infinidad de protocolos de control de calidad y otras cosas por el estilo. El interés de este objetivo está creciendo tanto que, en la mayoría de las reuniones en las que se ven poco menos que forzados a participar cada vez más miembros del claustro de profesores, ya no se habla de contenidos de las asignaturas o de los esfuerzos que han de hacer los alumnos para superarlas. Todo se reduce a verificar hasta qué punto se siguen al pie de la letra los procedimientos acordados anteriormente o a instaurar otros nuevos.

Desde luego que no es malo, sino todo lo contrario, que se facilite, dentro de lo posible, la vida a los alumnos, como no es malo que las orcas vivan en libertad. Pero eso no debe hacer olvidar que esos alumnos han de graduarse como ingenieros (las orcas han de sobrevivir). Y ciertos profesores (los ecologistas) creen que, conseguido el primer objetivo, el segundo caerá inevitablemente por su propio peso, lo cual contradice la razón y el sentido común. Lo malo, como apunta Pérez-Reverte en su artículo, es que con algunos malvados es posible llegar a razonar e incluso conseguir que, al menos en ciertos casos, modifiquen sus conductas; pero, con un tonto, es de todo punto imposible.

Vista de un lateral de la EIT-Vigo en un amanecer de invierno. Foto: ESS.

lunes, 3 de junio de 2013

Grande, Deportivo

Hemos descendido a segunda división; para más inri, al hacerlo hemos ayudado al Celta a permanecer en primer división.

Es igual. Al margen de cualquier otra consideración, el Deportivo es y será grande por su afición. Una afición que permite crear imágenes como la sensacional de la portada de La Voz de Galicia del domingo 2 de junio de 2013: lágrimas y dolor, y orgullo y determinación.

¡Si esta situación se completase con la marcha de César Augusto Lendoiro, la amargura sería menor y la confianza en el futuro, mayor!

Por siempre, Forza, Dépor!



lunes, 20 de mayo de 2013

Vigo y la manía de comparar

El ministro de Justicia está trajinando un plan según el cual Vigo perdería su actual carácter de cabeza de partido judicial, ya que habría uno solo por provincia y radicado en la capital correspondiente.

Esta perspectiva parece disgustar a muchos ciudadanos e instituciones vigueses. Para oponerse a ella los discordantes han acudido mayoritariamente al tan arraigado como inútil y estúpido vicio vigués de hacer comparaciones odiosas.

Vigo es la ciudad de las comparaciones. Para presumir (¡hay que ver lo buenos que somos!) y para formular quejas (¡fíjate!; ese sitio, que no vale nada comparado con nosotros, tiene tal cosa y a nosotros nos la niegan). Recurriendo a esta táctica, que jamás les ha servido para nada útil, la última de los vigueses, recogida por La Voz de Galicia, que, con tal de vender periódicos, a veces es más viguesa (su sede y sus principales intereses están en La Coruña) que los propios vigueses, ha sido la de sacar una lista en la que se muestra que en Vigo se pagan más impuestos que en veintiocho capitales de provincia (¿cómo puede ser que, ante este hecho, ellas vayan a conservar sus partidos judiciales y Vigo esté condenada a perderlo?).

En la lista no figuraba La Coruña, lo cual sugiere que en la segunda, pese a tener menos habitantes (doscientos cincuenta mil frente a trescientos mil), se pagan más impuestos que en Vigo. Y esto me sumerge en un dilema atroz. ¿Acaso Vigo no es el motor económico de Galicia que sus habitantes dicen que es? ¿O sí lo es realmente, pero la ciudad están tan llena de chorizos que no se pagan todos los impuestos que se deberían?

Pregunta final: ¿algún día Vigo se preocupará de sí misma y dejará de prestar atención a lo que ocurre en otras partes?

miércoles, 1 de mayo de 2013

Liándola parda

La crisis española es afortunada porque tiene numerosos padres o personas que se ocupan de ella. Los analistas económicos y políticos nos ofrecen sus visiones, más o menos interesadas, de lo que está ocurriendo y lo que se puede hacer o dejar de hacer. Cada partido político tiene uno o más diagnósticos y sus consiguientes propuestas o exigencias. Los medios de comunicación pontifican al respecto, generalmente arrimando las ascuas a las sardinas representativas de sus intereses. Y así sucesivamente.

Vamos, que, además de en crisis, vivimos en una descomunal ceremonia de la confusión. Unos por otros la hemos liado parda hasta extremos inimaginables. Si, en un ejercicio hipotético, ahora mismo aterrizara un marciano en España y quisiera enterarse de lo que está pasando, lo tendría muy difícil. Cada institución y cada ciudadano tenemos nuestra visión particular y parece como si nos encontráramos en una desaforada competición por ver quién es más original y ofrece una teoría (con su inevitable coda de soluciones posibles) más distinta de las demás para explicar lo que ocurre. Algo así como lo que hacen algunos físicos en su eterna búsqueda de la teoría de todo.

Se me ocurre que quizá deberíamos empezar por aclararnos las ideas; desbrozar los árboles que nos impiden ver el bosque. Está claro que nos encontramos en una situación que no nos gusta y que queremos salir de ella. Pero, fuera de eso, el vocerío acerca de las causas de la crisis y sus posibles soluciones es de tal magnitud y tan contradictorio que resulta imposible discernir algo útil en semejante gallinero. Así que, ¿qué tal si alguien se toma la molestia de resumir con claridad y sin partir de juicios apriorísticos sobre las oscuras voluntades de los nazis o los rojos de turno los hechos y las circunstancias que nos han llevado a este estado angustioso?

Ahora bien (Diógenes busca a un hombre justo con una linterna), ¿estamos seguros de que hay en España una sola persona que sea capaz de realizar dicha tarea sin sucumbir al peso de sus intereses?

miércoles, 10 de abril de 2013

Todos queremos saber

La última moda en la MdP (Mierda de País) es la de exigir explicaciones. Que el presidente de Galicia se reunió hace veinte años con un contrabandista, que dé explicaciones y que luego dimita. Que la Princesa de Asturias abortó (o no), que dé explicaciones. Que el Rey explique qué hizo con la herencia que recibió de su padre y que abdique a continuación. Y así sucesivamente (aunque, curiosamente, la mayoría de los aludidos por la exigencia de explicaciones son considerados de derechas; no parece que se exijan muchas explicaciones al ex-ministro José Blanco, a Jordi Pujol por las falcatruadas de sus hijos, al Presidente de Andalucía por los desfalcos cometidos en esa comunidad...). La vieja idea de que en un sistema democrático es quien acusa o se escandaliza quien tiene que aportar pruebas de que el interpelado ha cometido un delito es ampliamente ignorada en la MdP.

Al mismo tiempo se hace cada vez más evidente que el sistema judicial de la MdP es absurdo, lento, tedioso e incapaz. Al juez Ruz, encargado de la trama Gürtel, en la que lleva empantanado unos tres años, le ha caído la investigación de los movimientos de dinero realizados por un hijo de Pujol; si no daba abasto con uno, ¿por qué se supone que podrá con dos asuntos complejos? Por otro lado, ¿por qué exige a Hacienda que le detalle los movimientos dinerarios de Pujol junior? ¿No tiene Hacienda gente especializada en detectar delitos?

Y, a todo esto, de Gao Pin sigue sin saberse nada.

domingo, 17 de marzo de 2013

Palabras y sucesos célebres, 5: ¿Justicia?

Entorno rural gallego. Un hombre de sesenta y tantos años llega bebido a su casa. Su esposa, de edad similar, le afea su conducta. El marido le atiza un sopapo. La mujer (¡valientes son las gallegas!) le sacude un escobazo, rompiéndole un dedo. Se denuncian mutuamente. El juez les obliga a permanecer separados durante cuatro años e impone una pena de dieciséis meses de cárcel al hombre y de algo menos a la mujer; no tienen que entrar en prisión porque se trata del primer delito de ambos y las penas son inferiores a dos años.

Al poco tiempo, el hombre renuncia al alcohol. La esposa, satisfecha, le permite regresar a su lado, con el beneplácito de los hijos, adultos, del matrimonio. Una patrulla de la Guardia Civil pasa casualmente delante de la casa y los ve juntos. Los denuncia porque han incumplido la orden de separación (aún no han pasado cuatro años desde la sentencia). El juez falla que han de ir a la cárcel porque ahora ya se trata del segundo delito. Recursos todavía pendientes.

¿Por qué los denunció la patrulla?; ¿no tenía nada mejor que hacer? ¿Por qué el juez sacrificó el sentido común en aras de una ley imbécil?

Gao Ping, jefe de la mafia china en España, sigue en libertad a la espera de juicio (si llega a haber tal juicio). Se le acusa de un descomunal fraude fiscal (varios cientos de millones de euros como mínimo), al lado del cual la fortuna de Luis Bárcenas, ex-tesorero del PP, y los sobres con dinero que aquél pagaba a altos cargos del partido son simple calderilla. No está en prisión provisional porque un error de procedimiento por parte de fiscales y juez obligó a ponerlo en libertad tras su detención (¿cómo consiguieron sus títulos universitarios y pasaron sus oposiciones unos y otro?).

Si digo que este país es una mierda, ¿alguien está dispuesto a llevarme la contraria?

viernes, 22 de febrero de 2013

Malos tiempos

No, hoy no va de política.

Llevamos (por lo menos aquí, en Vigo, Pontevedra, Galicia, España, Unión Europea) un invierno de lluvia continua, temporales de viento bastante frecuentes y temperaturas bastante bajas.

Eso lo sabe hasta un recién llegado de Marte. Además de la crisis económica, el tiempo (weather) es el tema de conversación más utilizado en estos malos tiempos (times). Me tropiezo con él en las bocas de amigos y desconocidos, familiares y los típicos acompañantes de ascensor.

Y todos coinciden en que se trata de un tiempo (weather) pésimo con lo que los malos tiempos (times) se han convertido en malos tiempos (weathers). Tengo dos cuestiones al respecto.

Una, esta climatología es típica de Galicia en esta época del año. ¿A qué viene tanto aspaviento verbal? ¿Falla la memoria colectiva? ¿No nos damos cuenta de que el próximo invierno diremos exactamente lo mismo?

Dos, ¿quién le ha puesto el sambenito de mala a esta climatología? Para mí, es excelente. Aunque me molestan un tanto el viento y el frío, me gusta mucho la lluvia y disfruto con ella. El vecino que pretende ser educado en el ascensor, ¿por qué da por supuesto que yo me quejo del tiempo (weather) al igual que él? Cuando estoy de buen humor, me limito a corroborar sus comentarios con mudos asentimientos de cabeza; cuando echo chispas, le explico con todo lujo de detalles que estoy encantado con el tiempo (weather) y que, por mí, puede seguir así todo el tiempo (time). La cara de sorpresa aterrada es digna de ser recordada.

Ya saben lo que les espera si se cruzan conmigo y se les ocurre hablarme del tiempo (weather).

sábado, 9 de febrero de 2013

La clave

Siento ser tan pesado, pero, aprovechando la oportunidad que se me brinda en bandeja, repetiré una de mis argumentaciones estrella una vez más.

El país arde en un mar de indignación y acusaciones con motivo de la corrupción que aflora por doquier. El país clama contra el dinero ilícito y quienes lo manejan. El país atribuye a la corrupción y al desenfrenado afán de dinero todos los males que sufrimos. El país ignora cualquier razonamiento que no tenga esos conceptos como ejes centrales.

Oída en un boletín informativo de la cadena SER, no he vuelto a saber nada más de esa noticia o sus detalles, así que no pongo la mano en el fuego por lo que voy a decir, pero se non è vero è ben trovato. Un investigador español consigue un jugoso contrato de uno de los programas científicos de la Unión Europea. El contrato incluye fondos específicos para incorporar a varios investigadores jóvenes. El investigador hace público que está a punto de verse obligado a devolver estos fondos por culpa de un encontronazo burocrático entre los Ministerios de Economía y Hacienda.

En el episodio hay dinero, pero en un plano muy secundario. Lo relevante es la burocracia, el arma letal en que se transforma la ineptitud generalizada de nuestros políticos. Mi teoría de nuevo: lo que hunde a un país no son los robos de unos pocos o unos muchos (insisto en que no los disculpo, ni los justifico), sino la incompetencia absoluta de quienes tienen que organizar la vida cotidiana. Ésa es la clave del desastre que estamos pasando, no el ir y venir del dinero.

sábado, 2 de febrero de 2013

Democracia a la española

Anda revuelto el país. Gritos, exigencias, manipulaciones, mentiras, corrupción, crisis...

El último episodio, por el momento, está centrado en el PP. El diario El mundo publicó, hace pocas semanas, que Luis Bárcenas, ex senador y ex tesorero del PP, ocultaba 22 millones de euros en Suiza. Saltaron las primeras exigencias de aclaraciones, dirigidas tanto al partido como al gobierno. El diario El país tomó el relevo y publicó los que han llegado a ser conocidos como los papeles de Bárcenas, según los cuales diversos dirigentes del PP (incluido el presidente del gobierno, Mariano Rajoy) habrían recibido de Bárcenas distintas cantidades de dinero en concepto de sobresueldos; tales cantidades, además de tener orígenes ilegales, no habrían sido declaradas al fisco. Aumentan el griterío, las exigencias de explicaciones y de dimisión inmediata y el convencimiento de que el PP es un pozo sin fondo de corrupción.

Me parece que esta actitud no encaja en los parámetros de la democracia, en la que se da por sentado que la carga de la prueba recae en quien acusa, no en el acusado. Vaya por delante que no tomo partido por el PP, al que no he votado en mi vida. Más todavía, sospecho que el PP, al igual que los restantes partidos y sindicatos que operan en este país inverosímil, recurre con harta frecuencia a la financiación ilegal y a prácticas de corrupción. O sea, bajo ningún concepto esta entrada tiene como objeto defender o justificar al PP.

Aquí se parte de un error de base. Alguien lanza una acusación en público y es el aludido quien tiene la obligación de responder; ¿por qué? Con un ejemplo, si yo digo en un medio de comunicación que el presidente del gobierno ha asesinado a su padre, seré yo quien tendré que aportar indicios de la veracidad de mi afirmación; en mi opinión, el presidente no está obligado a contestar, por mucho que le gritemos y le insultemos para que lo haga. Además, si proporciona las explicaciones solicitadas, negando haber matado a su padre, ¿es probable que aceptemos su palabra? ¿O no le calificaremos, además, de mentiroso? ¿Acaso esperamos que responda a nuestra petición con una declaración sincera y abierta de culpabilidad?

Por otro lado, en el asunto concreto que suscitó esta entrada yo veo algunas cosas un tanto raras. Por ejemplo: ¿quién facilitó a El país los denominados papeles de Bárcenas? ¿El propio Bárcenas?: él lo niega y, además, ¿por qué habría de hacerlo? ¿Los facilitó un juez, amigo de las filtraciones interesadas?; es posible, pero, de ser así, las pruebas derivadas de tales papeles quedan invalidadas, o lo serían en cualquier país realmente democrático. ¿Los robó El país, directamente o por persona interpuesta?; toda la actuación del periódico y las de quienes se basaron en sus informaciones carecen de fundamento legal.

Seguimos. ¿Hasta qué punto es verídica la información contenida en los papeles de Bárcenas? Que lo escribió él parece fuera de duda a raíz de las declaraciones de un perito calígrafo, que los examinó (¿o sus fotocopias?). ¿Cuándo fueron escritos (hay ensayos que pueden determinar la antigëdad de las anotaciones de Bárcenas)?; no se sabe, con lo que queda la duda acerca de si fueron escritos recientemente como parte de una maniobra de Bárcenas contra el PP. ¿Reflejan una situación real o son un simple fruto de la inventiva de Bárcenas?; no hay ninguna prueba que avale la autenticidad de las anotaciones en el documento.

Para terminar. ¿A nadie se le ha ocurrido tener en cuenta que el grupo PRISA, al que pertenece El país, no siente ninguna simpatía por el PP? ¿O que la deuda de PRISA es monstruosa, con lo que tal vez al grupo le interese tener a los socialistas, con quienes siempre se ha llevado mejor, en el gobierno de la nación? ¿Qué relación hay entre las cuentas opacas de Bárcenas en Suiza y los pagos de sobresueldos?

El caso Bárcenas merece una investigación en profundidad y que se castigue a quienes hayan delinquido, sean quienes sean. Pero no habrá tal investigación, o ésta no será imparcial, mientras continuemos vociferando, insultando y exigiendo. Sólo sabremos la verdad si aplicamos escrupulosamente los principios democráticos, cosa que, al parecer, los españoles desconocemos.

martes, 15 de enero de 2013

Los sindicatos de Gabilondo

Es muy improbable que Gabilondo llegue a enterarse del contenido de esta entrada, pero, por si acaso,...

Gracias a un correo electrónico no solicitado he podido leer un texto del periodista Iñaki Gabilondo que se recoge en distintas páginas web (por ejemplo, spjusoandalucia.blogspot.com.es, de la Unión Sindical Obrera, USO) y que fue elaborado a finales de 2012. En dicho texto, Gabilondo recuerda lo que los sindicatos han hecho por los españoles y lamenta que la reticencia hacia ellos esté creciendo entre la población. Gabilondo me parece un mal periodista, pero hoy vamos a dejar ese aspecto de lado y a concentrarnos en su argumentación.

Como punto de partida sostengo que no estoy de acuerdo con la actitud de determinadas personas que, creyendo que forman una elite pensante encargada de abastecer a la ciudadanía de a pie con directrices acerca de la ideología que han de adoptar, protestan airadamente contra esa misma ciudadanía si ésta no sigue sus recomendaciones al pie de la letra. Gabilondo, plenamente convencido de ser miembro de esa clase, regaña a la población por estar empezando a dejar de creer en los sindicatos. En mi opinión, si hay discrepancias entre el pensamiento social de las elites y el de los ciudadanos, en general suelen ser los segundos quienes tienen razón. En cualquier caso, los ilustrados carecen de cualquier derecho a amonestar a los demás por no pensar como ellos.

En su alegato, Gabilondo cita numerosos casos, individuales y colectivos, en los que la acción sindical ha resultado beneficiosa para una persona o un estrato social (a propósito, deja sin mencionar que algunos sindicatos no han vacilado en aplicar a su propio personal la dura reforma laboral promulgada por el gobierno y que ellos tanto criticaron; incluso convocaron una huelga general para que fuese retirada). En mi opinión, esa estrategia dialéctica es muy pobre; no hace falta esforzarse demasiado para encontrar al menos un ejemplo negativo por cada uno de los de carácter positivo que cita Gabilondo. Les ahorro el suplicio de entrar en el clásico juego del "y tú más".

He dejado lo importante para el final. A lo mejor les sorprende que diga que apoyaría con todas mis fuerzas el alegato de Gabilondo... si tan sólo añadiera un punto: que los sindicatos los paguen los que creen en ellos y que ahorren al resto de los españoles su financiación vía presupuestos generales. Para que se me entienda, soy católico practicante y estoy firmemente convencido de que la Iglesia Católica debe ser financiada exclusivamente por sus seguidores; no hay derecho a que se utilice una parte de los impuestos para sostener algo que no interesa a la totalidad de la población. ¿Sería capaz Iñaki Gabilondo de decir lo mismo con relación a sus sindicatos?