sábado, 9 de febrero de 2013

La clave

Siento ser tan pesado, pero, aprovechando la oportunidad que se me brinda en bandeja, repetiré una de mis argumentaciones estrella una vez más.

El país arde en un mar de indignación y acusaciones con motivo de la corrupción que aflora por doquier. El país clama contra el dinero ilícito y quienes lo manejan. El país atribuye a la corrupción y al desenfrenado afán de dinero todos los males que sufrimos. El país ignora cualquier razonamiento que no tenga esos conceptos como ejes centrales.

Oída en un boletín informativo de la cadena SER, no he vuelto a saber nada más de esa noticia o sus detalles, así que no pongo la mano en el fuego por lo que voy a decir, pero se non è vero è ben trovato. Un investigador español consigue un jugoso contrato de uno de los programas científicos de la Unión Europea. El contrato incluye fondos específicos para incorporar a varios investigadores jóvenes. El investigador hace público que está a punto de verse obligado a devolver estos fondos por culpa de un encontronazo burocrático entre los Ministerios de Economía y Hacienda.

En el episodio hay dinero, pero en un plano muy secundario. Lo relevante es la burocracia, el arma letal en que se transforma la ineptitud generalizada de nuestros políticos. Mi teoría de nuevo: lo que hunde a un país no son los robos de unos pocos o unos muchos (insisto en que no los disculpo, ni los justifico), sino la incompetencia absoluta de quienes tienen que organizar la vida cotidiana. Ésa es la clave del desastre que estamos pasando, no el ir y venir del dinero.

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