Anda Cataluña a vueltas con eso de que quiere ser independiente. No voy a entrar ahora a discutir la justificación de tal deseo. A cambio, quiero referirme a ese sector de catalanes (políticos, sobre todo), que supongo minoritario, que, además de buscar la ruptura con España, están más chiflados que un personaje de una novela de Tom Sharpe (¿recuerdan?; el creador de Wilt, el temible Blott, el irrepetible policía sudafricano racista y tantos otros orates por el estilo).
Según he podido leer en La Voz de Galicia de hoy, el Consejo Nacional para la Transición a la Independencia (o algo por el estilo; los catalanes tienen la misma afición que el resto de los españoles a los nombres oficiales inexplicablemente largos y compuestos por términos de lo más abstruso) ha elaborado una visión de cómo serán las relaciones entre España y la futura Cataluña independiente. Y, francamente, he quedado perplejo.
Según el lo que sea, tales relaciones serán más estrechas y armoniosas que en la actualidad. Vamos, que tú en tu casa y yo en la mía nos llevaremos mucho mejor que ahora, que vivimos los dos juntos. Encuentro discutible el pronóstico, pero voy a aceptarlo de momento. Entonces, si eso es así, ¿por qué no nos esforzamos en mejorar nuestra convivencia actual en lugar de forzar la separación? Al menos ahorraríamos gastos. Parece que el lo que sea no ha considerado tal posibilidad. O que, si la ha considerado, la ha dejado de lado. Y yo ya no entiendo nada.
¿No sabíamos de siempre que los catalanes eran muy cuidadosas con "la pela"? ¿Que no gastaban dos si podían arreglarse con una? ¿Qué les ha pasado ahora para renunciar a tan sólido principio, tanto más importante cuanto más se piensa en que esa pela sale, a fin de cuentas, de los bolsillos de los contribuyentes? Fue ahí dónde empecé a preguntarme si a algunos catalanes eso de la independencia no les ha trastocado las neuronas.
Y tuve que responderme que sí cuando llegué al final de la noticia, donde se aseguraba tajantemente que el Barcelona y el Espanyol seguirían jugando al fútbol en la liga española aunque estuvieran en una Cataluña independiente. Bueno, pase. Pero, en ese caso, ¿dónde pagarían sus impuestos?
Hay mucha gente preocupada por el debate acerca de una Cataluña independiente. Yo no comparto esa preocupación. Por el contrario, cada día que pasa me divierto más (y eso que no les he hablado de las preguntas que se proponen para el hipotético y fantasmal referendum de autodeterminación, o de la imagen de Oriol Junqueras, el líder de Esquerra, como guardaespaldas perpetuo de Artur Mas, el infortunado presidente de la Generalitat). Y es que algunos catalanes chiflados son realmente simpáticos.
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