lunes, 22 de octubre de 2012

Apuntes electorales

Tras las elecciones al Parlamento de Galicia, en las que nos impusimos claramente los abstencionistas (830000 votos frente a 650000 de los segundos clasificados), el Partido Popular (PP) ha renovado e incrementado su mayoría absoluta. Ya se han dicho y publicado muchos análisis de los resultados electorales, pero quedan dos o tres detalles por mencionar y a ellos voy a referirme en esta entrada.

En primer lugar, me asombra el elevado número de personas que se sorprenden de la victoria del PP. Esas personas vienen a decir que la gente normal es de izquierdas, con lo que resulta extremadamente chocante el triunfo de la derecha. Quizá ese sector de la población pasa por alto que la izquierda suele proclamar sus ideas más abiertamente que la derecha. Así, la mayoría de los graffities que vemos en las calles reivindican posturas de izquierda, suele ser gente de izquierda la que interrumpe mítines o actos de la derecha, son jóvenes comunistas los que asaltan (recientemente, en Extremadura) un colegio religioso gritando que iban a quemar a los curas y los crucifijos, son dirigentes izquierdistas quienes tachan a sus homólogos derechistas de fascistas, perros o asesinos, y es la izquierda quien convoca huelgas generales. Puede que yo esté ciego o que la casualidad haya obrado su magia, pero no he visto pintadas clamando contra los rojos, no tengo noticias de derechistas alterando el desarrollo de actos de la izquierda y no sé de ninguna convocatoria de huelga general realizada por la derecha (al menos en la España teóricamente democrática que surgió en marzo de 1977 con la celebración de las primeras elecciones libres en muchos años). No estoy aplicando juicios de valor; sólo expongo mi hipótesis de que la izquierda es más visible que la derecha. De hecho, en un programa televisivo que se emitía tras conocerse los resultados electorales, la cadena VTelevisión, muy poco sospechosa de izquierdismo, ponía a pie de imagen una selección de los mensajes que muchas personas le enviaban por diversos medios; y tales mensajes eran mayoritariamente atribuibles a personas de izquierdas, cuando el PP acababa de conseguir un resultado excelente. Parecía como si los votantes de esta formación se hubieran ido a la cama tras la jornada electoral, dejando los análisis y los comentarios a los izquierdistas.

Si no se acepta esta mayor visibilidad de la izquierda (lo cual le da la apariencia de que tiene más peso social que el que realmente detenta), el paso siguiente consiste en denostar a los gallegos (y a quienes votan al PP en general). ¿Es que los gallegos no se dan cuenta de que el PP es el partido de los ricos, el que aplasta a la clase media, el que provoca un recorte en las libertades de las que disfrutábamos? ¿Es que los gallegos son tan tontos que se dejan manipular con tanta facilidad? ¿Es que la mayoría de ellos están comprados por el PP? Estos razonamientos, que he escuchado en muchas ocasiones, tienen varios puntos flojos. El principal es que no hay ninguna razón genética, sociológica o antropológica por la que los gallegos deban ser más tontos que la media de los seres humanos (todo lo contrario; ¿no podría ser que fueran más listos?). Lo de la manipulación es otro delirio similar; quienes sostienen este argumento ¿están afirmando que aproximadamente el treinta por ciento de la población gallega tiene tal debilidad mental que se traga cualquier tontería que quieran soltarle ciertos partidos? Y lo de la compra de votos por parte del PP tampoco es muy aceptable; sin negar en absoluto que hay mucho voto cautivo o deudor de favores, ¿es el PP tan rico como para sobornar a la tercera parte de los gallegos? Permítanme que lo dude, que lo dude mucho. Estos fallos lógicos tienen su origen en una sola causa: la de creer que estoy en posesión de la verdad absoluta, lo cual invalida cualquier pensamiento contrario a mis ideas. Yo soy izquierdista, yo tengo razón; luego la derecha es intrínsecamente mala. Insisto, sólo defiendo a los abstencionistas; así que hagan ustedes lo que quieran con la derecha. Pero admitirán que es muy improbable que todo, absolutamente todo, lo que hace esté equivocado o sea intrínsecamente perverso.

¿Cómo explico yo, entonces, la victoria del PP? Pues recurriendo a tres factores. Uno es que en Galicia el sistema electoral ha quedado al descubierto en sus desnudeces fundamentales; no se vota a personas, sino a partidos. En consecuencia, las listas electorales son superfluas; podrían incluir a Mickey Mouse, el Pato Donald, Papá Pitufo o Homer Simpson y los resultados no cambiarían (o quizá sí; tal vez la gente se tomara más en serio lo de elegir a sus personajes de cómic preferidos que lo de escoger diputados). Por lo tanto, sólo importa el candidato a la presidencia de la Xunta. Voto derecha, izquierda o nacionalismo dependiendo de quién sea el candidato. Y, mis queridos amigos, Alberto Núñez Feijoo resulta más molón que Pachi Vázquez, Francisco Jorquera o Xosé Manuel Beiras. Es más fácil ver a un tipo corriente y moliente en Feijoo que en cualquiera de los otros tres. Así que ahí la derecha ya contaba con un tanto a su favor. El segundo detalle es que los gallegos tienen memoria. Y la catástrofe total y absoluta que resultó ser el gobierno de coalición entre socialistas y nacionalistas que ocupó el poder en Galicia entre 2005 y 2009 todavía provoca muchos escalofríos entre quienes en principio se sienten inclinados a votar a estas formaciones. Finalmente, ¿alguien puede decir qué ofrecían Vázquez, Jorquera y Beiras si llegaban a gobernar? Los tres coincidían sin disimulos en que había que parar a la derecha o echarla de las instituciones, cuando no se reclamaban acciones más enérgicas. Pero, y después, ¿qué? ¿Alguien recuerda una sola idea en positivo de esos líderes? Entonces, ¿cómo pueden esperar que les vote mucha gente? Cierto, no es que Feijoo destacase en este apartado; tampoco se comprometió a nada. Pero los gallegos ya saben cómo es y qué pueden esperar (malo y bueno) de él, con lo que no es necesario que hable. Incluso es mejor que estuviera callado.

El PP tiene que mejorar mucho para sacar a Galicia de la depresión. Pero los otros tienen que hacer un esfuerzo doble en ese sentido. Y en ese esfuerzo va incluido lo de ofrecer algo, además del habitual fuera PP. Entre tanto, y por desgracia, los abstencionistas seguiremos ganando.

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