En estos momentos, el mundo árabe está en llamas desde Marruecos hasta Jordania, registrándose combates brutales en Libia.
Nunca había pensado que los árabes pudieran llegar a hacer algo así. Siempre los consideré demasiado ignorantes, atrasados y dóciles con sus jefes como para que pudieran sublevarse contra los mandamases sin necesidad de guías o figuras carismáticas que los arrastren con su verbo florido e inflamado.
Estaba equivocado y pido disculpas. Se ve que llega un cierto momento en el que el hambre (algo bueno, aunque de forma colateral, había de tener esta crisis indecente) y el hartazgo ante la corrupción y la ineptitud hacen saltar a cualquiera. Y en este caso saltaron los árabes. De forma unánime, sin jefes, sin partidismos (al menos de momento). Quieren que los tiranos se vayan y que dejen de oprimirlos.
Por una vez estoy con los árabes sin reservas y deseo fervientemente que triunfen. A lo mejor, de paso, algún dirigente europeo se acuerda de aquello de que "cuando las barbas de tu vecino...".
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