jueves, 2 de febrero de 2012

Repartiendo culpas

El país está realmente malito; la crisis económica no presenta visos de amainar y no surgen medidas de recuperación por ningún lado. Obviamente, los principales responsables de esta crisis son los banqueros, con sus jueguecitos disparatados y egoístas, y los políticos, que no acertaron (ni siquiera lo intentaron) a meter en cintura a los otros.

Pero no vayamos a pensar que con la identificación de los responsables y el juicio negativo al que los sometemos (juicio que a veces se traduce en acciones más o menos violentas y más o menos efectivas de protesta) ya somos buena gente y podemos incluirnos en el bando de los buenos, tan torturado por políticos y banqueros. De eso nada.

Hay mucha gente que ahora sufre las consecuencias de la crisis que, antes de que ésta surgiera de improviso, vivía muy por encima de sus posibilidades, en un festival desenfrenado de gasto y consumo. La mayoría de nosotros no pide factura, ni paga el IVA. Hay gente que está voluntariamente en el paro mientras realiza un trabajo y cobra en negro. Cada céntimo que podemos escaquearle a Hacienda lo celebramos por todo lo alto con la complacencia de nuestros amigos. Todo lo que pueda evitar hacer en mi trabajo no voy a regalárselo al empresario o al Estado. Si se equivocan a nuestro favor en una factura, jamás se nos ocurrirá protestar. Si disponemos de una recomendación para colocar a un familiar o un amigo, ¿quién será tan tonto para no utilizarla? Si el médico me firma una baja aunque no sufra ningún mal, ¿por qué no voy a cogerme unas vacaciones adicionales? Engañaré al seguro del coche o del piso tanto como me dejen, robaré una plaza a la que no tengo derecho en una guardería pública y me saltaré un semáforo en rojo si sé que no me pillarán. Conspiraré en mi trabajo para conseguir un aumento de sueldo o subir en el escalafón al margen de mis méritos, si es que tengo alguno. Como periodista, no contaré la verdad, sino lo que le interesa al medio que me paga.

Y así, hasta donde se quiera. ¿Por qué no tenemos un ramalazo de honradez, aunque sea nada más que uno, y admitimos que, junto a los banqueros y los políticos, algo de culpa también tendremos en esta crisis interminable?

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