miércoles, 28 de septiembre de 2011

Las básculas veleidosas

Lo admito. Tengo unos cuantos kilos de más. No voy a decir el número; una cosa es reconocerse pecador y otra, ejercer de masoquista.

Por eso soy un adicto a las básculas. Tengo tres analógicas y una digital. Y mi médico me pesa cada dos o tres meses con uno de esos artilugios antediluvianos. Pues bien, ¿creen ustedes que coinciden los resultados proporcionados por unos y otras? Pues no, no coinciden, por mucho que me pese en idénticas condiciones.

Las dos analógicas más antiguas permanecen desde hace siglos clavadas en un determinado valor. La más reciente de ellas empezó en diez kilos más arriba y va bajando poco a poco, aproximándose a los resultados de sus compañeras. La digital, recientemente adquirida, tiende a confirmar los valores de las viejas. La del médico se alineó con la última analógica y recientemente ha bajado algo, aunque muy poco en comparación con la evolución de aquélla.

¿A cuál de estos cacharros debo hacer caso? Más todavía, ¿qué extraña conjura cósmica hace que se produzca esta considerable dispersión experimental? ¿No será que, a fin de cuentas, tienen razón los físicos teóricos y la verdad está en el mundo ideal de las ecuaciones y las teorías perfectas?

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