miércoles, 22 de septiembre de 2010

Q y las redes sociales

Ayer me di de baja en Facebook.

Me había incorporado a la red hace unos pocos meses. A raíz del continuo auge que estaban adquiriendo las redes sociales, me había preguntado por su interés práctico. Y no había encontrado ninguna respuesta medianamente fundada para esta cuestión. Claro que ese proceso fue exclusivamente teórico. Sin embargo, mi formación científica me hizo comprender que faltaba la comprobación práctica. Ése fue el motivo de que me diera de alta en Facebook.

Al hacerlo, la red me sugirió unos cuantos posibles amigos. Yo los conocía prácticamente a todos. Por ello, y por seguir con el experimento, les solicité que me aceptaran como amigo. El trámite se desarrolló sin incidencias. Y, ya puesto en marcha, me senté (metafóricamente hablando) a esperar a ver qué pasaba.

Enseguida pude comprobar que mi página se actualizaba todos los días. Pero las responsables de las actualizaciones eran, de forma casi exclusiva, dos personas. Con raras excepciones, proporcionadas por otros miembros de mi grupo de amigos, cada nuevo contenido en mi página había sido suministrado por una u otra (a veces, ambas el mismo día) de tales personas. Los demás se limitaban a proporcionar breves comentarios elogiosos de las nuevas historias y las nuevas fotografías. Una de esas dos personas incluso se tomaba la molestia de transcribir puntualmente lo que cada día le pronosticaba su horóscopo.

Debo puntualizar que esas dos personas son madre e hija y que residen de forma permanente, en ciudades diferentes, fuera de España. Así que comprendo perfectamente que tengan un claro interés en mantener sus contactos con sus amigos y conocidos que siguen viviendo aquí. Pero una cosa es ésa y otra muy distinta lo que ellas hacen: una relación pormenorizada de sus actos diarios. Y así un día y otro y otro... Disculpen la vulgaridad, pero sólo les quedaba por precisar cuántas veces iban al servicio cada día.

Cansado de tanta información irrelevante que no necesitaba en absoluto y, por otro lado, carente de historias propias que pudieran tener interés para otras personas, decidí que no aguantaba más y clausuré mi página en Facebook, después de concluir que la experiencia práctica no había hecho más que confirmar lo que yo ya suponía con anterioridad acerca del escaso o nulo valor tangible de las redes sociales. Y es que éstas no son, en definitiva, más que una versión pobre (eso sí, tope guay) de otras herramientas más antiguas y mejor pensadas, como son el correo electrónico, el blog o el sitio web tradicional (¿a que una empresa, que necesita recalcar su presencia en el mercado y mantener sus contactos con sus clientes, actuales y futuros, no recurre a Facebook para dar cuenta de sus actividades?). Si a eso añadimos que, por algún motivo que desconozco, las redes sociales son susceptibles de ser hackeadas (véase en la prensa de hoy lo que el virus Rainbow acaba de hacerle a la red Twitter) con relativa facilidad, ya me contarán qué interés puede tener reemplazar con Facebook o similares las herramientas que acabo de citar.

Este blog es, en parte, un experimento similar al que realicé con Facebook. Además, tiene otros propósitos, pero no voy a hablar de ellos ahora. En su creación, como en mi temporal pertenencia a Facebook, tuvo una participación destacada B.; de hecho, muy probablemente, sin B. ni habría entrado en el insustancial mundo de la red social, ni ahora tendría mi propio blog. Los dos estamos ligados a la Escuela Técnica Superior de Ingnieros de Telecomunicación de la Universidad de Vigo, centro que está en proceso de sustituir su nombre por el de Escuela de Ingeniería de Telecomunicación de la Universidad de Vigo, que será (abreviado como EIT-Vigo) el que utilizaré en lo sucesivo.


B. es una alumna de la EIT-Vigo y también está contratada por uno de sus grupos de investigación. Hace varios años le di clases de una asignatura y la califiqué con el único suspenso que la chica ha cosechado en su carrera en el centro. Pese a ello, me soporta pacientemente y se deja caer por mi despacho de vez en cuando.

Sea porque es una alumna sobresaliente o porque tiene la habitual superioridad de los jóvenes sobre los mayores (paso de los cincuenta) para adquirir nuevas habilidades informáticas, lo cierto es que hacerse miembro de Facebook o crear un blog son tareas triviales para ella, mientras que para mí constituyen un muro prácticamente infranqueable. Y, bien porque le divierte enseñarme cosas o bien porque le sorprende que yo tenga estas actividades marginales (se rió a gusto cuando se enteró de mi relación con Facebook; por cierto, dijo que el principal interés práctico de la red era servir como instrumento de cotilleo), el caso es que actúa como mi technical manager.

Sin embargo, hay algo que no acaba de cuadrarme en mi relación informática con B. Y es que a veces me pregunto si su amabilidad al respecto no será una forma muy intrincada de preparar el camino para asestarme un golpe mortal (siempre informático, por supuesto) en venganza por aquel maldito suspenso.

1 comentario:

  1. Que si Facebook no sirve para nada, que si donde estén las webs de siempre se quiten las redes sociales....¡Huele a rancio!

    Y además, se cuentan a montones las empresas que utilizan el Caralibro para dar cuenta de sus actividades y demás. Las hay de todos los tipos y formas: Vodafone, Bacardi, Grupo Prisa, Trident, Llantas Manolo, ... , e incluso tu tan idolatrada(!) Apple.

    Respecto a la venganza de tu technical manager es probable que tengas razón. Me atrevería a decir más, puede que hasta haya cambiado de identidad para poder atacar donde más duele... ;)

    (no olvides que la venganza se sirve en plato caliente camarada...)

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¡A ver qué vas a decirme! Espero que me guste, porque si no ...